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Aliento agónico

  • Foto del escritor: José A. Hernández C.
    José A. Hernández C.
  • 23 ago 2018
  • 2 Min. de lectura

Aquí en medio, sin saber hacia cual lado decantarme. Sin bando ni bandera, ni playera ni equipo. ¿A quién seguir? suena complicado responder esa pregunta en este momento. ¿Forajido seré? No creo que continuar solo sea la respuesta, pues no tiene caso no tener a nadie con quién compartir. Pero entre disculpas, grillas, tratos, inestabilidad y falta de conocimiento, sobrevivir se ha vuelto el diario vivir. Nada que no se parezca a la travesía de un viajero.


Una disculpa que a simple vista luce sincera, honesta y sin mayor trasfondo. Un perdón que suena a redención, a sanación de culpabilidad y a paz mental que convence, pero que no termino de comprar. ¿Hay un propósito detrás de esto? quien sabe, pero yo también me he vuelto sospechoso; pues el que anda con lobos, a aullar se enseña, o dime con quién te juntas y te diré quién eres. ¿Yo que culpa tengo o con qué cruz cargo? Ni si quiera entiendo de lo que hablan y ustedes no van a pagar por lo que rompen, ¿o sí? De nuevo entre la espada y la pared, como si de un acertijo se tratase, pues siento haber vivido ya esto anteriormente, pero en la secundaria. De un lado se dicen ser perfectos y de gozar de inteligencia infinita (cómo si eso se pudiera) y de tener todo perfectamente planeado, mientras que del otro lado solo me culpan. ¿No se dieron cuenta de lo que tuve que pasar por ser leal? A diferencia de ustedes, yo no uso ninguna máscara.


¿A quién le hago caso? si todos actúan como si ser novato fuera un pecado.


Piel de piedra y coraza férrea para soportar. Segundo aliento para la inquebrantabilidad y paciencia de tortuga pues son carreras, no arrancones. Valor, valor para vivir por siempre.




 
 
 

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