¿Dónde está tu honor?
- José A. Hernández C.
- 17 ago 2018
- 2 Min. de lectura
Que fácil se ha vuelto eso de andar a dice y dice tontera y media cuando de negociaciones políticas hablamos. No es una, si no varias veces en las que se le falta al respeto al valor de la palabra cuando de política escuchamos. Y no es cosa de hoy, es cosa de hace muchísimo tiempo atrás.
Siempre se han dicho cositas como "hey, no te tomes la política personal", pues hablan de esta como si se tratase de un mundo alterno en el cual lo que decimos no representa mucho. Es como sí, como si no existiera la palabra de caballeros, como si el chisme fuera la orden del día y otras cosas más.
Me niego rotundamente a aceptar que dentro de esta profesión, nacen y se crean hipócritas al por mayor. Pienso que debe de existir alguna solución al "digo aquello, peor hago lo contrario" que es lo que la mayoría de la gente dentro de este ámbito, hace.
O díganme ustedes, ¿me equivoco al preguntarles cuándo fue que AMLO dijo la verdad acerca de José Antonio Meade? A ver si ustedes me contestan. Pongamoslo en contexto; en pleno debate presidencial López Obrador lo tachó de integrante de la mafia del poder y autor del gasolinazo. Después, cuando MORENA gana la presidencia de México, el virtual presidente electo lo invita a su casa a comer, se graban y lo elogia al por mayor, estando casi cerca de aventarle rosas rojas en los pies. ¿Cuándo dijo la verdad?, ¿cuándo mintió?, ¿cuál argumento es el verídico?
¿Pero qué clase de hipocresía es esta? Una cosa es trabajar en equipo, sumar esfuerzos y trabajar en conjunto. Otra muy, muy distinta, es sublimarse y arrodillarse.
Que lástima que se le haya perdido el respeto a un arma tan importante como lo es la palabra. La política de países desarrollados suele ser un segmento de hombres de confianza, inteligentes, educados, de valores y respeto. Mientras que en México, lo que tenemos son unos cuantos hombres en traje que ya no saben ni lo que dicen, ni quién son, pues han mentido tantas veces, que ya hasta ellos se creyeron su propio cuento.
La política de México va a dar un grandisimo salto en la evolución, cuando retomen valores importantes y pilares dentro de la naturaleza del ser humano,como el de la esencialidad de las palabras, pues los modales hacen al hombre.
De Ricardo Anaya también dijo uno que otro disparate, y hoy, parece que ya se le olvidó todo lo que anduvo a dice y dice y utilizó como lema de campaña para atacar a la oposición, que hasta ya lo invitó a tomarse un café.
Bien, bien el objetivo de conciliar políticamente, se aplaude el esfuerzo, pero repugnan los métodos.
Analizando el panorama actual, creo que cuando nazca un talento político que no le falte al respeto a su dignidad, se respete a si mismo y a sus creencias, se mantenga apegado a sus ideales y no se deje mal influenciar por el entorno, probablemente nos ponga muchas soluciones dentro de la mesa. Sobre todo, cuando llegue esa persona que tenga coherencia en lo que dice y no predique en vano con la palabra, seguramente recordaremos que nuestra honestidad y lo que en realidad somos, vale más que cualquier negociación.
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